Que salía de una casa, de un portal, y afuera había un hombre.
Me asusté de inmediato al verlo.
Él me tomó de los hombros para llevarme con él. Me llené de pánico.
Como pude, me resistí entrando en la primera puerta que vi. Era una tienda de abarrotes.
Creo que yo estaba montada en los hombros de este sujeto, que era enorme.
En el techo de la tienda, a mi alcance, había copas, vasos y botellas. Tome una botella y rompí el vidrio, para usarla como arma.
Golpeé su cabeza una y otra vez, una y otra vez, hasta que la destruí, hasta que no fue sino una masa sangrienta.
Y como yo estaba sobre sus hombros parecía que yo había destruido mi propia cabeza. No podía ver mi cabeza.