Fui a verte por vez primera
sintiendo el dolor en mi cuerpo.
Me arrodillé donde lo hacías,
miré nuestras manos en silencio
y toqué nuestros brazos
atados por años, secretos.
Lloré contigo por vez primera
cuando me acerqué a tu recuerdo,
a tu desolada figura,
a tu sutil sufrimiento.
Y oí tus gritos de rabia
rompiendo años, silencios.
Miré tu rostro con miedo,
contuve mi aliento.
Y pude tocar tus heridas
abiertas y a la vez, frías.
Arrodillada y sin fuerzas,
inmóvil en la desdicha.
Sentías el océano dentro
maligno y enfurecido
Te consolé por vez primera,
surcando el mar que está adentro.
Escuché tus cien voces
y abrí tus secretos,
ahuyentando reproches, miedos.
Quité el arma de tu mano
y recuperé tus sueños,
acallé a tus verdugos
y terminé tu tormento.
Y terminé mi tormento.
Te miré por vez última
cuando el llanto se fundió en la risa,
cuando logré la victoria
cuando el alivio no fue tristeza.
Me despedí sonriendo
de tus ojos abiertos,
de tus manos sin armas,
de tus nuevas esperanzas.
Salí del cuarto por vez primera.
Dejé el recuerdo sanado,
entrelacé mis manos,
miré mis brazos, abrazos.
Sobrepasé el sufrimiento.
“Salí del cuarto por vez primera.
Dejé el recuerdo sanado…”
Sanar recuerdos 🙂
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Sí :’)
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