Siempre he querido conocer el mar.
Mamá solía decir que era su lugar favorito en el mundo. Cualquier playa. Cualquier lugar donde pudiera sentir la arena bajo sus pies y la sal en sus labios.
Solía contarme como ella y sus amigos subían al coche y manejaban durante horas para llegar al mar. Y en cuanto llegaban a la orilla, ella se quitaba de prisa toda la ropa mientras corría hacia al agua. Y allí permanecía, nadando, luchando contra las olas, flotando en medio del océano durante minutos que parecían eternidades.
Y entonces, alguno de sus amigos la llamaba y la hacía volver. Y ese alguien la esperaba con una toalla para cubrir su desnudez y confortarla en su cansancio.
Yo sigo sin entenderlo. Por más que me esfuerzo.
No hay mucha sal en el refugio y la poca que hay es usada para conservar los alimentos. Pero a veces consigo robar un grano o dos y los disuelvo en mi boca. Tratando de imaginar el sabor del mar en los labios de ella. Pero nada…
Mucho menos concibo el viaje. Lo más lejos que he ido es a la aldea vecina en carreta. Casi siempre voy solo. No hay muchos chicos de mi edad por acá. Éramos demasiado pequeños para sobrevivir a la guerra.
Pero sobre todas las cosas, lo que más envidio cuando pienso en mamá y el mar es la sensación de sumergirse en el agua. Sólo me permiten bañarme de vez en cuando. Una pequeña cubeta no es suficiente para imaginar aquella inmensidad.
Y por ahora, la radiactividad le ha quitado a todos las ganas de ir buscar el mar.
Y mamá ya no está.
Fotografía de Edgar Salazar, de la serie Un día en la carretera publicada en el blog DimedioEstudio. Para ver la serie completa de fotografías, haz clic aquí.
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que te parece así, por cierto sensacional el relato.
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Perfecto. No puedo pedir más!! Gracias!!
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Acabo de publicar el sueño con un link a tu blog, verifícalo, leelo y compártelo!
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Por cierto, buen relato
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Gracias. Ya ha quedado publicado aquí también. Gracias por colaborar 🙂
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Adoro leer algo que me llegue al alma y tú siempre consigues dejarme satisfecho. No pares nunca!
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Oh gracias. No sabes cuanto me alientan tus palabras. Saludos!
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