Luces azules ante mis ojos,
manos tendidas hacía mí;
demasiado lejana
para poder tomarlas.
Azul.
Lazos rojos en mis manos,
sangre cayendo de mí.
Salida oculta,
imposible hallarla.
Dolor.
Altavoces llamando,
exigiendo,
mi nombre,
mi retorno.
Sirenas rojas,
azules,
dolorosas.
La tortura
del miedo
a lo desconocido
de la muerte:
la parte que no he visto,
desde el lado
de la muerte.
Llamadas azules,
manos rojas,
sangre lejana,
muerte, dolor.
Hermoso amiga!
Me gustaMe gusta
Muchas gracias!!! 🙂
Me gustaMe gusta
Sufrido, pero bueno.
Me gustaMe gusta
Gracias!
Me gustaMe gusta
Bonitas luces de colores.
Saludos
Me gustaMe gusta
Gracias por el comentario y la visita 🙂
Me gustaMe gusta
no lo había pensado pero una sirena azul me gusta…
Me gustaMe gusta
Jaja. Me refería a las sirenas de las patrullas pero no es mala idea. 🙂 saludos!!!
Me gustaMe gusta
esas no me gustan… una sirena azul es para los hombres como el príncipe azul para las mujeres
Me gustaMe gusta
Oh si que sería algo ideal…:) saludos amigo!
Me gustaMe gusta
saludos amiga poeta
Me gustaMe gusta
Una versión casi onírica del momento justo en que la ausencia de vida ocupa su inevitable lugar.
Me gustaMe gusta
El comentario anterior es por parte de Palabras Comunes.
Me gustaMe gusta
Grandiosa frase. Es justo eso, la ausencia de la vida. Saludos a Palabras Comunes.
Me gustaMe gusta
Gran fuerza connotativa en este poema….
Creo que la fuerza de las imágenes se apoya en la fuerza de los colores: rojo como la pasión, azul como la melancolía…
Muy bueno, saludos, Aquileana 😉
Me gustaMe gusta
Muchas gracias por tu comentario. Exactamente, rojo la sangre, la alerta; azul, la nostalgia, lo que se deja…Saludos!
Me gustaMe gusta