Los recuerdos no saben leer
pero saben hablar
y tienen una manera de susurrar por las noches…
¡Ay!
Llevamos juntos tanto tiempo
que los llamo por su nombre
y los invito a mi casa
a vernos las caras,
a batallar.
Ellos viven en cajones,
junto a casetes y cuadernos,
junto a polvo y secretos
y en otros rincones.
!Ay!
Nos combatimos tanto tiempo
que ha llegado el final.
—
Llamé a mi presencia
al más triste de ellos
a voluntad.
Y tras el día-disfrute,
apareció ante mi puerta,
en el día-herida,
la lanza final.
Pasó, y no volverá a pasar:
el dolor, la derrota, la confusión,
la vergüenza, la culpa, la postración.
¡Que bien escribes! Me emboban tus letras…
Los recuerdos son buenos siempre que no duelan,y para que eso ocurra la mejor medicina es el tiempo.
Besos y feliz semana
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Oh mil gracias por esas palabras. Te agradezco y me sonrojo jaja 🙂 si, la idea es que los recuerdos dejen de doler. Feliz semana para ti Ana.
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