Autorretrato de otoño tibio


Una cicatriz 

sobre la boca, enrojecida, 

resaltando sobre los labios 

que, al menos hoy, 

no están tan pálidos. 

 

Las mejillas limpias, 

de sol, encendidas. 

 

La mirada de asombro 

ante el pensamiento 

denso, bello y mágico 

que sugiere lo abstracto. 

 

La piel desnuda 

bajo lo blanco. 

 

El cabello en oro,

enmarcando el rostro. 

 

El aire suspendido 

dentro, algún segundo. 

 

Los hombros delgados 

en líneas suaves, 

soportando el peso 

del viento violento. 

 

Una cruz escondida 

en el pecho. 

 

Los ojos obscuros 

sin su acostumbrado 

y púrpura cerco. 

 

Frágil y sin niebla, 

Bonita y atenta.

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