
Cálido, a mis pies,
me besa.
No soy yo la dueña,
es él.
El horizonte me llama
en línea recta.
Hay sonido de piedras
traídas y devueltas.
Palo de lluvia,
palo de marea.
Y al final su espuma
que sisea.
Me persigno la boca con su sal.
Es mi entrega.
Es él, es él, es él.
No soy yo la dueña.
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Muy bello poema! Un abrazo.
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Muchas gracias, Julie. Un abrazo de vuelta.
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