Pez gato


Mi gata negra nadaba como un pez en su pecera. Era diminuta y estaba empapada. Nos compadecíamos y la sacábamos, y ella empezaba a meterse debajo de las cobijas y de la alfombra. Hasta que la destapé. Entonces pasó algo extraño: creció (como Alicia), creció mucho, mucho, hasta que tuvo el tamaño de una niña grande.

Seguía siendo negra y peluda, pero tenía un vestido rosa brillante y una diadema con un moño sobre sus orejas puntiagudas. Estaba muy agresiva  y comenzó a atacarnos. Tuvimos que salir del cuarto y la encerramos bajo llave.

——

Que se me reconocía algo, que un señor mayor me presentaba a varias personas sentadas ante una mesa. Yo hacía una reverencia antes de dar una gentil media vuelta y marcharme. Era célebre, pero modesta.

(Tratábamos de escalar por paredes y jardineras. Todo era como un laberinto y yo la guiaba a ella -quien fuera- hacia la salida).

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