Ella se mira las manos, extrañada;
las examina frente a sus ojos
dudando,
temiendo que pueda ser verdad:
Que la nostalgia se sienta tan real,
que la emoción de extrañarlo
se sienta en los dedos
como un breve cosquilleo,
como si su mano quisiera encontrar a otra
que abandonó hace tiempo.
Como si fuera posible ignorar
el sollozo al fondo de la garganta,
ese abismo perpetuo que aguarda
a que él olvide y ella se vaya.