Un dios
clavado en la cima
brilla
el que ató mis manos
para arrastrarme
Y sin embargo,
nada que reprocharle
Yo lo quise,
pedí esta agonía
Un ancla
clavada en tierra
persiste
la que ató mis pies
para maldecirme
Y sin embargo,
todo que agradecerle
Yo lo quise:
nacer de ella
ser su hija
Un diamante
es la joya
del cetro que sostiene
toda mi vida
de la columna
—rota—
que es mi eje
y mi vía
de salida
Muy lindo poema. Bien dicen que uno no escoge ni a los padres ni a los hijos, sólo se escoge como vivir con ellos. Gusto en haberte leído.
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Hola, Romina. Pues mi oscura teoría es la contraria. Mil gracias por pasar por aqui. Un abrazo.
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Somos eslabones de ADN condenados y liberados. Espero tus entradas con avidez de dosis escasa. Un beso. 🙂
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Y mas que eso, almas que vienen a aprender. Eso me empeño en creer. Siempre me animan tus palabras. Un beso de vuelta 🙂
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