Hay cosas que piensas
y no las dices a nadie
porque no tienes a nadie,
o al menos eso piensas.
Pasan como flechas oscuras
que lastiman, que asustan,
que confunden,
que avergüenzan.
Pensamientos turbios
o afilados como cuchillos,
desoladores o confusos,
violentos como estallido.
Sueñas golpear, atacar,
destruir al mundo.
Deseas herir, terminar,
destruir tu mundo.
Y luego irrumpe el mismo mundo
—la cotidianidad, el absurdo—
y tú finges y sigues
en ese aislamiento mudo.
A veces tratas de romper el muro:
sacas a flote
algún pensamiento oscuro.
Y recibes a cambio
el miedo en sus ojos,
la extrañeza en sus hombros,
la incomprensión a todo.
¿No has pensado que el problema no es tuyo,
sino de aquellos que no saben ver lo profundo?
Y entonces
el silencio
atrapado
se vuelca
en ira
y en caos.
¿De dónde viene esa violencia?
¿Quién la puso y desde cuándo?
¿Estás seguro de…
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¿De donde viene el silencio? ¿Viene de adentro o de afuera? ¿Es un yo o es un otro, imaginario? Linda poesía.
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¿O son acaso cosas que has introyectado de otros? Muchas gracias.
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Muy buen poema. Palabras que se desencadenan como un alud. Arrasa.
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Muchísimas gracias, Manuel. Tu opinión me es siempre muy valiosa.
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Que bella manera de describir algo tan fuerte, esa soledad del alma… ese no poder ser uno mismo con otra persona… ese sentir que no se cuenta con nadie.
Una vez más, dejas a un escritor sin palabras.
Un placer leerte, siempre un placer.
Un abrazo desde esta dimensión 🙂
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Me alegra que te haya gustado. Te dejo un ‘gracias’ de corazón. Un abrazo de vuelta en la misma dimensión. 🙂
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