Mis dedos… ¡No!


Subíamos largas y amplias escaleras eléctricas blancas hacia nuestros centros de trabajo. Y yo lo veía, unos escalones más arriba, tan guapo, riendo con su amigo, sin saberse observado.

En la carretera, mi coche estaba orillado. Yo estaba indecisa sobre qué camino tomar para volver a casa. Ella, de pelo negro, entró al coche y me roció con un gas para envenenarme y cortarme los dedos.

Yo estaba esperando para hablar en el radio o en la TV. Esperaba mi turno para entrar a la cabina, ensayando mi discurso, pero olvidaba los nombres.

Mientras esperaba, jugábamos una especie de memorama con mis dedos amputados. Era fácil: meñique con meñique, índice con índice…

2 comentarios en “Mis dedos… ¡No!

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.