
Fue la corona
de fuego,
llamas en escarlata,
en púrpura,
el ópalo negro.
Del volcán profundo
callaste la lava,
el calor innato,
el amor oscuro.
Fue la suprema negación
del sentimiento,
el engaño cruento.
Fue el ultra
de los tormentos.
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Así como en el ópalo refleja en su interior cientos de estucturas que provocan iridiscencias siempre diferentes. Así es este poema.
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Que comentario tan más bello. Gracias, Manuel. :*
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