En un susurro, mi voz
queda devorada.
En un silencio, mi queja
queda acallada.
En una renuncia, mi fe,
casi aplastada.
Y no sé
qué ver…
Tras la explosión de
mis pequeños mundos
reúno a mis tropas
y reviso mis armas:
La voluntad indecisa,
las manos sangradas,
la lengua amordazada,
la mente herida.
Demasiadas bajas.
Y no sé
qué ver;
dónde fijar
mis ojos.
Tras la regresión
a mis antiguos mundos
reúno a los fantasmas,
recuento los traumas.
Y quedo ensimismada.
Y no sé
qué ver;
dónde fijar mi mirada.
Y mis manos no saben qué ser:
oscuridad o mañana.
Y me destierro a ratos del mundo.
Y me consuela la calma.
Estoy seguro que muchos de nosotros nos hemos realizado la pregunta “¿Cómo sería si…?” creando una realidad alterna en nuestra imaginación usando personajes, escenarios, temáticas, etc.
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Suficientemente agustiante, para llegar a esa ventana con aire que es el verso final. Una joya más y van…… Hermoso.
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Qué puedo decir… Escribirlo (y vivirlo) se sintió bastante angustiante. Pero la calma siempre está en mí misma si la sé buscar. Muchos saludos!
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