(Por fin, un sueño…)
Estaba dentro de un castillo. Era hora de irme.
Caminé hacia la salida que custodiaban dos guardias. Por un momento temí que no me dejaran salir, pero descruzaron sus espadas y me abrieron paso a través de la reja blanca.
Salí a una explanada. Había una pequeña fuente frente a mí, me detuve a beber y un caballero, vestido con jubón y mallas, se acercó y bebió también.
Dio dos pasos e inmediatamente lo vi caer. Desenvainó su espada —que más que espada era un estilete, largo y afilado— como preparándose para el ataque, pero no había tal ataque: el veneno en el agua era lo que lo había matado.
Ya no se levantó.
Y entonces yo también caí al suelo, mareada, golpeada por un sopor irresistible. Pensé en el agua y el veneno. Y esperé la muerte.
Había mucha gente en la explanada, pero nadie se detuvo a ayudarnos.
Me quedé mirando lo que había ante mis ojos, al ras del suelo. Unos metros más adelante había un balcón, y más allá de él debía haber una imponente cascada, que yo sólo adivinaba debido al sonido y a las millones de gotas que rebotaban en forma de rocío.
Y encima de nosotros, varios arcos delgados de madera formaban una especie de techo, con verdes enredaderas rodeándolos. Y más allá, había un arco en el que la presión del agua hacía parecer que la cascada corría hacia arriba.
Me quedé arrobada ante la belleza del lugar. Y continué esperando la muerte. Y al fin, razoné que no llegaría.
Así que me levanté con dificultad y caminé hacia dónde había caído el caballero. Estaba junto a una estatua que representaba a un ángel, esculpido en piedra negra.
Me arrodillé, tomé el estilete que había quedado en el suelo y sin titubeos lo clavé en mi estómago. El dolor se mezcló con la falta de aire mientras sentía el metal penetrar mi cuerpo, con una sensación de alivio profundo, incluso de disfrute. Dejé escapar un poco más de aire y el arma penetró hasta la empuñadura.
Pero no morí.
Y me pareció que el arma podía quedarse ahí, entre mis huesos y mi carne, y permanecer ahí todo el tiempo que yo viva. Y así lo ha hecho, parece.
Excelente, me fascinó amiga. Abrazos!!
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Muchas gracias. ¡Un abrazo!
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Reblogueó esto en Salto al reverso.
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Hola, Soy nat de urbe18. Nominé tu blog a los premios Liebster. Puedes ver la nominación aquí:
http://urbe18.wordpress.com/2013/09/04/dos-chemas-y-un-liebster-award/
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Gracias por la nominación. Responderé a ella. Felicidades por tu premio.
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Muy bueno. Espectacular giro final del relato. Dijo Goya en un grabado «El sueño de la razón produce monstruos» y este sueño ha producido un gran relato.
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Así es, y aunque a veces sean ideas monstruosas agradezco los sueños y la inspiración que dan. Gracias por comentar.
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Muy bueno, querida, muy sugerente ese final!
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Sí, bueno, llena de simbolismos mi cabeza loca. Saludos y gracias.
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Abrazo sabatino y lluvioso!
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Hacía riempo no pasaba por aquí y tengo que decir que siempre me han gustado los relatos de tus sueños. Uno más que escribes y uno más que me gusta.
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Muchas gracias por la visita y por decirlo. Me alegra que te guste. Hace mucho que no te veía por acá. Como has estado?
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Ocupado, pero bastante bien. Tratando poco a poco de sacar tiempo para la escritura!
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Me da gusto. Espero que todo marche y seguir leyendote. Saludos!
Lic. Carla Paola Reyes Carlos
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Óyeme, wow :O 😀
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