Victoria.
¿Lo hemos logrado?
¿Yo y ella,
él y todos,
Dios?
¿Adiós al continuo salto
al filo de la navaja
de la razón?
¡!
Maravilla,
controlar mis manos.
Gloria,
usar mi voz.
Suprema dicha,
desterrar la idea
asesina,
atroz.
¡!
Ella,
sus manos que guiaron mis ojos
para ver.
Él,
infinita paciencia
que me regaló la alegría
y la fe.
Él,
mi prodigio de calma,
sus ojos limpios,
sus palabras que me llenaron
de amor.
Él,
quien alcanzó mi mano
en el abismo mayor.
Él,
cuya traición y malicia
provocaron la reacción.
Él,
el enemigo
que se reveló.
Dios,
que definió el montaje
y rehusó el deseo
de mi corazón.
Bien,
me quedaré una hora,
el minuto siguiente,
décadas bajo el sol.
Si eso es lo que quieres,
Dios.
Toda la vida
bajo el escudo
que hemos creado
ellos y yo.
Final victoria.
¿Lo hemos logrado?
¿Realmente acabó?
¿Victoria? ¿Sí? Cantémosla. Somos duda pero también esperanza.
Un puñado de besos y un abrazo.
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No pudiste decirlo mejor, amiga. Por ahora, duda y esperanza en las mismas proporciones. Pero cantemos 🙂 Más besos y abrazos para ti.
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Hasta la Victoria, siempre…
Y por siempre creo que nos referimos a algo así como “sempiternamente”…
Un abrazo. Aquileana ☀ ☀ ~
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Siempre, siempre. Sí, así. Un gran abrazo de vuelta a ti. 🙂
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