El lugar no existe.
El pasaje desafía toda lógica,
como tú, y sin embargo
sucede.
Una ola se une con la otra.
Todo transcurre de prisa,
como sucedió
con la hermosa violencia
con que amé tu alma
la vez primera.
Avanzan por ambos lados,
midiéndose.
Se dicen cosas a la distancia,
y una vez que están cerca,
se abalanzan en un abrazo
bello, rudo, enamorado.
Y luego se apartan.
Si, y sé que lo sabes,
porque vienen de aguas distintas.
Pero vuelven y se abrazan,
vuelven y se abrazan,
vuelven y se abrazan.
Y así juegan para siempre ellas,
las olas,
nuestras almas,
desde hace eternidades,
desde apenas días.
Y nunca mueren, amor.
Y siempre se aman.