¿Por qué solté tu mano?
¿Por qué liberé el abrazo?
Tras paredes de lo ajeno
mis ojos no lloraron.
Tu voz se fue escapando
al espacio inaudible,
tu cuerpo adorado,
al terreno inasible.
¿Por qué no tuve, al menos,
un argumento pesado
que te obligara a quedarte
y a quererme con los años?
¿Por qué quedamos callados?
¿Por qué?
¿Por qué solté tu mano? Sigue leyendo
