Altar


Te tengo un altar
perenne,
oculto de todos,
al frente de ti.

Cada día
hacia las tres
enciendo una vela
de luz cálida
como lo fue tu alma
hacia mí,

como lo fue tu alma
que se apartó de mí.

Todo es blanco
al despertar:
el amanecer,
el silencio,
la paz sin ti,
la nostalgia de ti,
el amor,
la desesperanza
sin fin.

Ajena


No sucedió,
pero vas a recordarlo:
cuando dormiste
entre mantas
que olían a rosas
y a lavanda.

Y una Señora
contaba estrellas
en tu cabecera,
y te velaba.

Y tú, ajena,
a las cosas de la Tierra
que no comprenderás
y no debieras.

Serena.

Eterna.

«Rosa y lavanda», por Crissanta.

Manteniendo el fuerte


Corazón roto,
alma quebrantada,
cuerpo violentado,
salud extraña.

Mente por fin clara
pero en batalla.

Solo el relámpago de unos ojos
me inquieta y me calma.
Sus recuerdos me traspasan,
dejan vacíos en el alma.

Y cada noche, cada mañana,
siempre, cada jornada.

No crisis.
No colapsos.
No manos que dañan.
No lenguas extrañas.
Solo llanto civilizado
o nada.

Eso es
lo que pasa.

Cara o cruz (poesía)


Un alma en la montaña
—habría jurado que eras tú—
lanzando una moneda,
esperando
que yo pidiera
cara o cruz.

Mi alma esa mañana
en la que todo era infancia
y latidos sin razón,
nadando en la telaraña
de la consciencia apenas ganada.
Y yo sospeché que eras tú. Sigue leyendo