Firebird


Tomada de Dance, art & okc, del montaje de Robert Mills.

Tomada de Dance, art & okc, del montaje de Robert Mills.

(Soñé que) veía un jardín laberíntico adornado con arbustos y piedras. Y cuando estuve en él, rodeada de gente, comencé a sentir miedo.

Había una mujer que aparecía en las esquinas y se ocultaba en los rincones. Era joven, bella y llevaba un vestido color rojo fuego: Firebird.

Yo sabía que en cualquier momento ella saldría para atacarme, que vendría para matarme. Y me dominaba el pánico y mi angustia no tenía límites.

 

Tocar la niebla


(Soñé que) podía tocar la niebla. Se disolvía entre mis manos como una cortina de gotas de lluvia diminutas y suspendidas.

A través de la ventana del salón, noté que el cielo se había oscurecido de pronto. Y se lo dije a todos, emocionada.

—Hay niebla.

A nadie parecía importarle tanto pero mi fascinación era absoluta.

Pasé horas en el sueño tratando de salir de habitaciones llenas de gente y cosas pasadas: compañeros de escuela, pertenencias queridas y perdidas.

No pude lograrlo, como siempre. Algo me detenía cada vez, me retrasaba, me hacia volver.

Fastidio. No angustia.

Sophie y más y más muerte


(Soñé que) ella quería matar a Sophie, mi hija.

Yo la buscaba en el garage, pensando que ya la había matado, pero Sophie estaba afuera con su impermeable rojo, mojándose en la lluvia.

Había estado jugando afuera, y ahora lucía asustada.

—Sophie, ven aquí —la llamé.

Y vino hacia mí, con su cabello rubio y despeinado. Y junto con ella, mis otros tres hijos, dos niños y una niña. Los envolví en un abrazo.

Pero el peligro seguía. Ella iba a matar a Sophie con un rifle.

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Sangre en el estudio de ballet


(Soñé que) habían matado a alguien en el estudio de ballet. Yo practicaba giros en la diagonal del salón y mis zapatillas se llenaban de sangre a cada paso.

Los asesinos estaban en una esquina, hablando.

—Al menos limpien la sangre —les dije.

Ellos discutían qué hacer con el cuerpo.

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(Dizque) alma gemela


(Soñé que) debía ir en busca de mi supuesta alma gemela. Alguien me había dicho dónde encontrarlo, y yo seguía sus instrucciones.

Conocía el edificio. Subí al elevador de la izquierda, no al de la derecha como siempre hago. Y de inmediato me arrepentí: No funcionaba bien, parecía detenerse más tiempo del normal en cada piso. Para cuando llegó al tercer piso, literalmente las paredes del elevador se me venían encima, eran como paneles de seda color rosado. Claustrofobia.

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