La máquina (versión lineal)


Al principio ella pensó que era un #sueño, excepto porque no estaba dormida. Pero, ¿quién no ha soñado despierto? Alguien le estaba diciendo qué soñar. Esas olas rompiendo en la orilla, ese frío en los pies mojados. Era demasiado real.

Las bandas en su cabeza le dieron otra pista. Los ‘bips’ intermitentes del monitor le recordaron que no estaba en cama. Sus pies estaban sobre la arena de una playa, su cabeza en un austero cuarto de experimentación, conectada a una máquina.

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Ciudades lejanas


(Sigo soñando con) ciudades lejanas. Camino todas las noches por calles desconocidas y edificios imaginados.

Sueños aterciopelados en colores cálidos, anaranjados.

Una librería hermosa, una mesa de cafetería rodeada de gente de otros países, personas nuevas para conocer.

Una universidad enorme, y yo empujando una carriola a través de sus jardines y viendo un espectáculo desde las gradas de un enorme estadio.

(Él soñó) dos veces que yo caía de un edificio. La primera en un edificio extranjero y por falta de pericia, la segunda de un edificio familiar y por voluntad propia.

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(Dizque) alma gemela


(Soñé que) debía ir en busca de mi supuesta alma gemela. Alguien me había dicho dónde encontrarlo, y yo seguía sus instrucciones.

Conocía el edificio. Subí al elevador de la izquierda, no al de la derecha como siempre hago. Y de inmediato me arrepentí: No funcionaba bien, parecía detenerse más tiempo del normal en cada piso. Para cuando llegó al tercer piso, literalmente las paredes del elevador se me venían encima, eran como paneles de seda color rosado. Claustrofobia.

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Asesinos abstractos


(Soñé que) querían matarme. Cuando entramos al estacionamiento, un coche se emparejó al nuestro y mi esposo me dijo: «Agáchate».

Los del auto rojo comenzaron a disparar, y yo permanecí agachada contra la puerta, ocultando mi cabeza de la ventanilla. Él trataba de agacharse también, pero seguía manejando.

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Nena


(Soñé que) miraba hacia abajo desde un balcón sin rejas. Estaba acostada bocabajo sobre el piso, y mi cabeza colgaba hacia el abismo de un par de pisos. La gravedad hacia colgar mi cabello claro y largo frente a mis ojos. Lo peiné entre mis dedos, y por un momento eso me dio la señal de que estaba en medio de un sueño (en la vigilia, mi cabello  luce igual de corto que el de un chico). O tal vez esto era el futuro, pensé.

Mientras miraba hacia el balcón del piso de abajo y hacia el pasto que creía en la banqueta, sentía nostalgia. Pensaba en el hombre que debía visitarme esa tarde y cuyo retraso me hacía sumirme en la añoranza. Una añoranza que cargaba desde mi infancia, una larga añoranza de él, que yo sabía que no terminaría jamás, ni siquiera si eventualmente aparecía esa tarde en mi casa.

Abandoné la esperanza tras un rato y me puse de pie. Cuando volteé hacia la habitación que tenía a mis espaldas, vi dos figuras descansando en la cama: Mi madre y mi hija (…)

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